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Clase Nº 4

  • granpenia
  • 22 oct 2015
  • 4 Min. de lectura

StartFragmentEL SERVICIO (Parte II)

Al comprender y entender qué significa el Servicio y cuál es la manera correcta para desarrollarlo, según lo que agrada a Dios, debemos focalizarnos en cómo prepararnos para llevarlo a cabo.

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse…” 2º Tim. 2:15

Un buen obrero y servidor aprobado es aquel que, no siendo perfecto, busca serlo en cada uno de sus caminos, viviendo y procurando ser aprobado en todo lo que hace y dice. (Fil. 3:12-14)

¿Cómo podemos entonces aplicar las características de un siervo a nuestras vidas?

  1. Siendo humildes. (Rom. 12:3) El servicio de levitas que administramos en la iglesia, nos lleva a ocupar una posición de alta estima, que no precisamente debe ser tomada como orgullo. Por el contrario, debemos entender que la Gracia de Dios es la que nos posiciona allí y sin ella nada de lo que hacemos tiene sentido. Dios es el que mira nuestro corazón y examina si lo que hacemos conlleva humildad o no. Con el tiempo se ven los frutos que desarrolla la humildad, ya que el orgullo no soporta presiones ni dificultades.

  2. Siendo santos. (1º P. 1:15-16) La Santidad era uno de los requisitos básicos para que un sacerdote pudiera entrar al Lugar Santísimo, de hecho en la Biblia se especificaba que si el sacerdote no estaba en “condiciones santas” delante del trono de Dios moría indefectiblemente (Éx. 28:35) y aún la Presencia de Dios representada en el Arca del Pacto no podía ser ministrada por cualquier persona (2º Sa. 6:6-7) Pero gracias al sacrificio de Jesús en la cruz, podemos acceder libremente a su presencia, lo que no implica que nuestras vidas no sean santificadas diariamente. Debemos procurar que la santidad sea una cualidad indispensable en nosotros, no porque vayamos a morir sino porque hemos sido elegidos para ministrar la presencia de Dios y como tales, nos concierne hacerlo de la manera correcta y obedecer a sus mandatos de ser santos, apartados para Él y su servicio. Buscar apartarnos de lo que nos aleja de Dios y nos impide ser libres en su Presencia.

  3. Ofrendar nuestro tiempo y bienes. Nuestro servicio nos lleva a invertir tiempo en prepararnos para dar lo mejor. No sólo a nivel espiritual (oración, devocional) sino también a nivel musical (ensayos y clases adicionales). El apartar y sembrar nuestro tiempo, demuestra el interés que ponemos en aquello a lo que realmente le atribuimos valor. (Ef. 5:16) Nuestros bienes también son parte de nuestro servicio. Dios nos indica en su palabra que debemos ofrendar y diezmar. (Dt. 14:26 / Mal. 3:10) Como levitas debemos ser los primeros en ofrendar y entregar nuestros diezmos, sobre todo cuando nos acercamos al altar. Los bienes representan una figura de adoración muy presente en las escrituras. Si bien, en nuestro mundo actual hay muchas formas de adorar a Dios, la ofrenda y los diezmos no deben perderse de vista ni menospreciarse en el valor y estima, ya que para Dios son dos herramientas importantes en el altar. Su Palabra nos dice que no nos presentaremos con manos vacías (Dt. 16:16) sino con un sacrificio (adoración, corazón puro) y una ofrenda (bienes) que nos permitirán entrar ante el Rey como hijos agradecidos.

  4. Siendo ejemplos en nuestro andar y hablar. (Tit. 2:7-8) El desarrollo de un servicio nos lleva a estar constantemente bajo la mirada de todos. Lo que decimos, hablamos, actuamos habla de nosotros, pero mucho más del Dios a quien servimos. En la iglesia es fácil promovernos como siervos fieles y agradables delante de Dios, pero el desafío se da cuando no estamos en la iglesia y debemos enfrentar situaciones y personas que no son cristianas. Es allí donde nuestras actitudes de siervos son probadas, y no sólo para ser buen ejemplo de Cristo; sino porque el Espíritu Santo que mora en nosotros está allí presente y merece nuestro respeto. Así como adoramos en la plataforma o en la reunión; debemos adorar en todo lugar con nuestro ejemplo, ya que Dios nos mira y el Espíritu Santo nos acompaña. Recordemos siempre que Adorar es un estilo de vida que nos sigue tanto dentro como fuera de la iglesia. Aún sin palabras podemos ser ejemplos y reflejos de nuestro servicio, con palabras agradables, respeto, vestimentas adecuadas, llevamos el Reino de Dios a donde nos movemos.

Servicio no es un requisito más que debemos cumplir como cristianos, servir es parte de nuestra vida y naturaleza. Si procuramos desarrollarlo como Dios nos manda, no tendremos necesidad de “padecer” el servicio o perder nuestro tiempo en vano; sino que habremos ganado crecimiento y siembra espiritual que nos llevará a mudarnos de posición, a fin de que alcancemos lo que Dios a preparado para nosotros.

Al hacer cuentas, ya no estaremos en el mismo lugar dónde nos encontramos al principio cuando conocimos a Dios o empezamos a congregarnos; sino que habremos llegado a la medida del siervo aprobado que la biblia nos indica en 2º Timoteo 2.

No debemos esperar a llegar a tener todas las cualidades por sí solos, sino que en el trabajo diario y constante del servicio a Dios, nos perfeccionaremos y el mismo Espíritu Santo nos guiará hasta cumplimentar lo que Dios desea.

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