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Clase Nº 3

  • granpenia
  • 15 oct 2015
  • 2 Min. de lectura

StartFragmentEL SERVICIO

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Ef. 2:10

En el reino de Dios todos tenemos un lugar, un propósito, un rol y una función que cumplir. El servicio debe ocupar en nuestras vidas un lugar primordial, ya que no se trata de una opción. Jesús vino a servir, un verbo que también debe ser reflejado en nosotros. (Mt. 20:27-28)

Dios nos dotó a todos de habilidades, intereses, talentos, dones y experiencias con el fin de usarlas para su Gloria. Al descubrir estas herramientas que Él deposita en nuestras manos, podremos desarrollarlas en su máxima expresión. (Mt. 25:14-30) La parábola de los talentos nos enseña cómo debemos multiplicar nuestros dones; a fin de que nuestro servicio sea agradable y conforme a lo que Dios espera de nosotros.

Los siervos verdaderos están siempre disponibles a servir, cumplir sus deberes y tienen la capacidad de ver en cada necesidad una oportunidad. Su identidad está basada en Cristo.

Características de un siervo:

  1. El siervo reconoce la autoridad. El siervo sabe que no está edificando su propio reino sino que ayuda a edificar el reino de Dios. Necesitamos reconocer a Dios como Señor soberano y que la actividad que desarrollamos en el Grupo Majestad no es para nosotros sino que es para Dios, somos parte de un engranaje. Asimismo, Dios ha instituido autoridades aquí en la tierra y por ello debemos estar sujetos a nuestros pastores, conociendo su visión y acompañarlos en ello.

  2. Al siervo le espera un arduo trabajo. Nunca llega a un escalón de conformidad y comodidad. Desde temprano hasta la noche, el siervo está comprometido en alma y cuerpo con su trabajo. (Lc. 17) Termina sus tareas, mantienen sus promesas y completan sus compromisos. No dejan el trabajo a medias o cuando pierden el entusiasmo. Debemos pensar y analizar qué clase de compromiso estamos llevando a cabo, si estamos trabajando para hacerlo de una manera mejor, etc.

  3. El siervo no exige nada a cambio. El siervo no hace huelgas ni reclamos, sino que renuncia a sus derechos y se dedica a servir. Es inofendible, porque ha generado un carácter, sabe a quién sirve y porqué. (Mt. 20:1 al 16)

  4. El siervo no espera ser reconocido. Ni aplaudido. No se promueven ni llaman la atención, conservan un bajo perfil y buscan ser reconocidos sólo por Dios. El siervo hace lo que tiene que hacer, lo que está llamado a hacer. Trabaja sin esperar reconocimiento porque sabe que trabaja junto a otros en una gran obra. (Col. 3:23)

No debemos olvidar que en la eternidad estaremos sirviendo a Dios por siempre, pero ahora mismo nos podemos preparar para el servicio eterno practicando aquí en la tierra. Al igual que los atletas se preparan para las olimpiadas; nos entrenamos y desarrollamos para ese gran día. Mientras tanto disfrutamos de servir, sabiendo que todo lo que hacemos también será recompensado y cosechado en nuestras vidas y generaciones.

“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”. Heb. 6:10

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