Clase Nº 3
- granpenia
- 17 sept 2015
- 7 Min. de lectura
StartFragmentADORACIÓN CONGREGACIONAL
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¿Qué se espera realizar en la Adoración congregacional y a través de ella?
Esto nos lleva a pensar en lo que se considera en torno a CUÁNTO tiempo y energía se ponen en desarrollar esta adoración.
Muchos han pensado durante un largo tiempo que la adoración y la alabanza son momentos que ayudan a ‘condicionar’ el momento preliminar del mensaje que luego se predicará. Pero esto claramente conlleva un error.
Entonces…¿cuáles son las razones que se deben tener en cuenta para la Adoración congregacional?
A grandes rasgos podemos hablar de tres aspectos:
Aspecto vertical: Nivel en el cual el adorador se comunica con el Señor.
Aspecto horizontal: Nivel en el cual el adorador se comunica con otros en la congregación.
Aspecto interno: Nivel en el cual donde el culto de adoración afecta al adorador.
ASPECTO VERTICAL
Como hemos visto, Adoración es Ministrar al Señor, por lo que nuestra actitud como adoradores y equipo de alabanza, es ‘bendeciré al Señor’.
Muchos creyentes califican según escalas la adoración y ministración dominical, como si se tratara de un show de competencias. Algunos hasta eligen qué grupo de alabanza ‘adoró mejor’ y se disgustan si al culto siguiente ese equipo ya no está. Sin dudas, esas personas no terminan siendo llenas de la Presencia del Señor, porque han desarrollado un enfoque equivocado de lo que significa la verdadera Adoración.
Pero si entendemos que la Adoración es bendecir y glorificar al Señor, terminamos siendo bendecidos nosotros mismos.
“…y el que saciare, él también será saciado”. Prov. 11:25
Es importante rescatar aquí la motivación, se debe servir al Señor sin la razón de esperar bendiciones de Él, debemos adorarlo sin esperar nada a cambio. Comprendemos así que todo lo que hacemos, lo hacemos porque ÉL ES DIGNO.
Ahora bien, ¿qué obstáculos pueden apartar la atención de los creyentes del Señor?
Preocupación por ‘¿Qué me dice Dios?’. Estar pensando constantemente en torno a este tema, nos hace perder la oportunidad de ministrar al Señor y que Él nos ministre a nosotros.
El problema de muchos cristianos es que todo gira en torno a ellos, sus intereses, sus deseos, sus peticiones, etc.; el culto de la adoración es un buen momento para olvidarnos de nosotros mismos y poner nuestra atención en Dios.
Otra dificultad representa el hecho de ‘seguir constantemente al líder de adoración’ y no elevamos nuestro corazón a Dios.
Otro peligro es ponernos en ‘analizadores de adoraciones’, como si conociéramos todos los cultos de adoración y tendríamos la capacidad de poder calificar las adoraciones, dejando pasar de largo la ministración celestial y que el descuido de la Adoración desagrada a Dios.
ASPECTO HORIZONTAL
Este es un elemento de importancia crítica en la vida del creyente que no aparece en su tiempo devocional privado.
Algunos de estos elementos se manifiestan mayormente en la Alabanza, pero desde nuestro enfoque de Adoración, hablamos de:
La iglesia alaba y adora para ensanchar el espíritu de unidad dentro de la congregación. (Sal. 133)
El canto unifica a las personas en mente, actividad y actitud. Cuando se canta, todos dicen las mismas palabras, hacen las mismas cosas, etc. La alabanza toma ese modo natural de comunicación que es el canto y usándolo se vuelve más eficaz como instrumento de unidad.
El objetivo es abrir el corazón a Dios delante de la congregación, esto produce que los creyentes se den cuenta de que forman parte uno de los otros. No hay relaciones fuertes con otros cuando se levantan paredes de inseguridad, pero somos capaces de identificarnos con otros que abren su interior real.
Es importante y necesario que como equipo podamos abrirnos a los demás, desarrollar confianza, a fin de que al momento de adorar a Dios fluyamos como un solo cuerpo, sin rencores, sin malos pensamientos. Aún tener la capacidad de poder comunicarnos con otros y hacerles saber cuándo alguna actitud voluntaria o involuntaria, nos ha dañado. De esta manera podremos liberar nuestro espíritu de raíces de amargura o inquietudes que impiden el fluir total de nuestra Adoración. (1º Juan 4:20)
El aspecto horizontal nos da la oportunidad del ministerio mutuo.
No hay mejor tiempo para servir a otros que el ambiente del culto.
La cita de 1º Juan 4:21 nos exhorta a mostrar nuestro amor al prójimo, como prueba del amor del creyente a Dios. Al congregarnos encontramos muchas oportunidades para expresar nuestro amor a Dios de manera tangible al mostrar amor por los demás.
También adoramos para enseñar y reforzar la verdad espiritual.
“…hablando entre vosotros con salmos, con himnos, con cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”. Ef. 5:19
Pablo nos muestra que al hablar con cantos entre nosotros, enseñamos y exhortamos a otros y aún educamos a los más jóvenes en las verdades de la fe. Ejercitamos y memorizamos promesas y palabras de Dios en nuestras vidas y en la de los demás.
Tenemos la ocasión de profesar la fe delante de otros.
La Alabanza y la Adoración nos permiten expresar la fe en una afirmación vocal del amor a Dios. Aún podemos hablar a otros de la fe en Jesucristo y testificar lo que ha hecho en nuestras vidas, por medio de la capacidad que Él nos da.
La Alabanza congregacional es para declarar las Glorias de Dios delante de incrédulos.
A menudo debemos recordar que nuestras reuniones y congresos son mirado y observados por muchos que aún no creen en el Señor, por ello debemos preguntarnos, ¿qué impresión reciben cuando escuchan nuestras alabanzas y adoraciones, y aún ven nuestro rostro?
Las personas que visitan por primera vez la iglesia, necesitan experimentar la realidad de la Gloria de Dios. No tienen que entender todo lo que veo u oyen, pero si tienen que percibir la presencia de Dios. Es allí que nuestros rostros deben expresar lo que dice nuestros cantos.
Nuestra expresión delante de Dios y de la congregación es sumamente significativa. Se constituye como una prueba de la transformación de la Gloria de Dios en nuestras vidas.
La Alabanza y la Adoración son propicios para la receptividad de la Palabra de Dios.
Al adorar y al alabar estamos más dispuestos a recibir la Palabra de Dios, tenemos mayor percepción de la presencia ungida del Espíritu.
La alabanza y adoración es el suelo del corazón del creyente que lo prepara a recibir la semilla implantada que es la Palabra de Dios. A esto se sumará el agua del río de Dios que regará esta semilla (Sal. 65:9-10). Este río se experimenta en la adoración cuando su Espíritu fluye sobre el corazón de las personas.
ASPECTO INTERNO
Lo que la Adoración produce en nosotros:
Da libertad al pueblo de Dios para expresar sin inhibiciones su ser interior.
Dios desea que se le adore sin reservas ni impedimentos internos. Este tipo de adoración no toma ninguna forma exterior especial, lo que permite que el creyente sea transparente delante del Señor como lo será en el cielo.
“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria”. Sal. 24:7
Este versículo nos alienta a abrir nuestros corazones y las barreras que a veces guarda. La sociedad nos empuja a levantar muros de inseguridad que nos condiciona en nuestro accionar diario. Si logramos derribarlas, entrará el Rey de Gloria y explorará nuestro corazón.
La adoración suministra una expresión verbal de los sentimientos del corazón.
La adoración congregacional nos lleva a poder expresar libremente nuestros sentimientos, aún en aquellos casos en los que nos resulta difícil ya sea por nuestra forma de ser y expresarnos, o por condicionamientos y circunstancias momentáneas que estemos atravesando.
El aspecto interno aumenta nuestra fe.
La fe viene por oír la Palabra de Dios. Cuando adoramos a Dios expresamos la Palabra aprendida, y por medio de la confesión de ésta y de quien es Dios, se eleva el nivel de nuestra fe.
Crece también la santidad. Santo es el adjetivo que mejor describe a Dios, y su santidad debe llegar a ser parte de nuestra vida cristiana por medio de la adoración.
La Adoración inspira a una congregación mayor a la vida de Adoración.
Una cosa es adorar en la iglesia en compañía de la música, los instrumentos y los hermanos que nos acompañan en ello. Pero otra cuestión diferente es vivir en adoración durante la semana, sin música y sin tener ese ambiente cargado de espiritualidad que caracteriza a la iglesia.
La adoración congregacional tiene el propósito de ayudar a inspirar a llevar una vida armónica de adoración toda la semana.
La Adoración prepara al creyente para lo próximo que Dios quiere hacer.
La alabanza y la adoración tienen un efecto preparatorio. La Adoración ablanda el corazón de las personas y le da sensibilidad a su espíritu para que cuando Dios se mueva, él lo sepa y esto lo direccione en lo que Dios hará.
¿PARA QUÉ ADORAMOS?
Adoramos para percibir mejor la presencia manifiesta de Dios.
Dios está presente en todo lugar a toda hora, pues es omnipresente, pero también hay diferentes puntos en los que Dios manifiesta su presencia. Como dice la Biblia, Él se manifiesta “donde están dos o tres congregados”, pero cuando un grupo de los hijos de Dios se congrega para cantar sus alabanzas, Él también habita en ellas y revela su presencia.
“Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel”. Sal. 22:3
Adoramos para suministrar un ambiente para la expresión de los dones del Espíritu.
Los dones del Espíritu se asignan según la voluntad soberana de Dios, y las alabanzas de la iglesia no persuaden a Dios para que entregue dones. Aun así el culto de adoración provee un ambiente propicio a las operaciones de los dones del Espíritu. Sin el ambiente de adoración, los dones rara vez se presentan; pero en él el Espíritu puede funcionar con más libertad.
Adoramos para abrir los canales de comunicación entre la iglesia y Dios.
Hay casos en que los creyentes no han adoraron ni orado desde el último culto al cual asistieron. Otros llegar a la reunión atormentados por problemas, dificultades y espíritus.
El culto de adoración da la posibilidad de hallar nuevas fuerzas en la presencia de Dios.
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